“Necesitamos espacios que hagan que la gente se pelee por su significado”
Investigador independiente, asesor del más puntero urbanismo, Arnold Reijndorp ha escrito libros como "In Search of New Public Domain", una extensa búsqueda para establecer los parámetros de un nuevo espacio público que escape la política cultural dominante creadora de entornos manejables y sin fricciones. El pasado octubre, Reijndorp visitó Euskal Herria con el grupo del viaje de investigación organizado por la Fundación Holandesa para las Artes Visuales, Diseño y Arquitectura.
Uno de los objetivos del viaje era investigar diferentes modelos de políticas culturales ¿qué reflexión han traido de vuelta a Holanda?
Las políticas culturales pueden ser una solución a la laguna que deja un cambio económico. Se nos suele olvidar que el tejido social de una ciudad está condicionada por su economía. La industrial facilita una clase capitalista y unos sindicatos que interfieren también en la vida diaria de la gente. Así, cuando la economía cambia, el tejido social debe ser restaurado.
Algunas políticas impulsan la economía atrayendo a turistas, otras están intentando facilitar una clase creativa, atrayendo a artistas y otros agentes que podrían dar respuestas a las deficiencias de la estructura social. Éste es el papel que pueden tomar las iniciativas culturales que trabajan “desde abajo”, muchas veces promovidas por la política oficial.
La mayoría de las ciudades holandesas están intentando atraer a profesionales creativos, pero se echa en falta entender la ciudad creativa de una manera amplia, con una voluntad de utilizar las habilidades ya existentes en la ciudad. Al final, el insistir tanto en la clase creativa se convierte en una forma de descalificar a una clase baja que parece que ya no cuenta.
Han estado en varias ciudades europeas ¿se puede comparar alguna con lo que han visto aquí?
Una de las ciudades que visitamos fue Skopie, en Macedonia. Los dos son lugares con una nueva libertad de autogestión que inevitablemente implica un “y ahora ¿qué?”, por lo que hay una permanente política de identificación.
En el año 1963 Skopie fue sacudida por un terremoto y el arquitecto modernista japonés Kenzo Tange se encargó de la reconstrucción. En relación a la estética modernista de la restauración, un grupo opina que seguía la línea histórica del siglo XIX, la lógica de una ciudad internacional que funcionaba como puente entre los países del este y el resto de Europa. Otros creen que fue una brecha impuesta por la camarilla comunista que regía en aquel momento. A la vez, el partido de la derecha trata de ocultar los rastros modernistas y busca la identidad en los tiempos de Alejandro Magno. Y además están los albaneses y turcos que no participan en la disputa de símbolos identificativos porque tienen su propia identidad.
Parece que la discusión es entre una línea formal populista y el vanguardismo, a la que se acusa de ser un estilo elitista de una minoritaria que pretende saber qué es lo correcto. Es una discusión comparable con la de Holanda y muchos otros lugares, pero con un fondo más complicado.
¿Qué lugar ocupa el Guggenheim en el debate?
El Guggenheim es un modelo económico que ha afectado la sociedad a muy diferentes niveles. La pregunta es si los agentes culturales que operaban ya antes de que se edificara y que eran parte de una estrategia identitaria post-franquista podrían haber sido también parte de una estrategia económica para salir de la crisis industrial.
Por otro lado, podríamos decir que la escena artística local cobró legitimación internacional con el Guggenheim. Me puedo imaginar los sentimientos encontrados. La identidad nacional, la orientación internacional de los artistas, el intento de construir un nuevo paisaje cultural, el Guggenheim... Éste entramado hace al País Vasco muy complejo. Las nuevas generaciones de agentes culturales tienen que definirse no sólo en relación a lo que había antes, sino también a las nuevas instituciones con las que no parecen tener ninguna afinidad. Desde el Guggenheim no lo ven como un problema, el edificio sigue atrayendo visitantes aún teniendo un programa vacio, pero desde la perspectiva de la escena artística creo que sí lo es.
¿Qué papel debería tomar una política cultural?
La cultura puede ayudar en un debate dificil de tratar en la esfera política atrayéndolo a un ambito menos polarizado. Pero no sé si esto todavía funciona ya que también se puede decir, como proclaman los populistas, que el debate en el arte toma lugar entre los de siempre.
El arquitecto Markus Miessen dice que lo que necesitamos no es más participación, sino espacio para el conflicto. En el arte, urbanismo y arquitectura tratamos de hacer espacios dirigidos a que la gente se encuentre y participe, pero en realidad la ciudad es de por sí una situación conflictiva. Necesitamos espacios que permitan que la gente se pelee por su significado.
Por ejemplo, la reconstrucción del muelle de Bilbao es muy agradable. A la gente le gusta, pero no hay lugar para lo disonante en un parque así. No se trata de diseñar lugares marginales para gente marginal, pero me parece que la arquitectura es también un símbolo de cómo y cómo no debe ser utilizada y a quién se prefiere en ella y a quién no.
What’s up, what’s down. Cultural catalysts in urban space.
Fonds BKVB, la principal institución en Holanda de becas para artistas, organiza cada tres años un viaje de estudio para un grupo multidisciplicar. Este año, titulado ‘What’s up, what’s down', 25 participantes han investigado el desarrollo de ciudades europeas que han sustituido su pasado industrial por un perfil cultural.
Después de visitar Skopie (Macedonia), Pristina (Kósovo), Tirana (Albania), Marsella (Francia), y las ciudades inglesas Manchester, Leeds y Liverpool, llegaron al País Vasco. En tres días contrastaron puntos de vista diferentes instituciones y agentes culturales: Bilbao Ria 2000, Guggenheim, Iñaki Uriarte, Asier Mendizabal, Iskandar Rementeria, Iñaki Martínez de Albeniz, Anti- Liburudenda, Hiria Kolektiboa, consonni, Amaste, Saioa Olmo, Abisal, Krea, Artium, Plataforma Amarika, Miren Jaio y Leire Vergara, un mapeo para intentar entender el complejo caleidoscopio de relaciones culturales e históricas que tenemos.
El proyecto continuará con una reflexión sobre el papel de la cultura en las ciudades analizadas, escenarios en los que reflejar el modelo holandés, hoy muy diferente al que dejó el grupo al despegar el primer avión. El nuevo gobierno, formado con el apoyo de la derecha populista, recortará drásticamente el presupuesto para la cultura contemporánea, un ataque a los pilares del sistema subsidiario paradigmático de una socialdemocracia que ya no encaja en Holanda. Esta parte del proyecto tendrá que afrontar la posibilidad de que sea el último viaje de investigación organizado por la institución.
Published in:
- Mugalari, el suplemento cultural del periódico Gara.
Comments
Süsan
Thu, 30/06/2011 - 11:58
Una entrevista muy
Una entrevista muy interesante. Me ha hecho reflexionar sobre muchos aspectos.